Albert Camus
Nace el 7 de noviembre de 1913 en
Argel, de padre francés y madre española. Escritor y ensayista más que filósofo,
fue considerado uno de los más importantes literarios de la posguerra francesa.
En 1957 obtuvo el premio nobel de literatura. Murió en un accidente de móvil en
1960.
Camus rechaza un mundo en el que los
inocentes sufren. Dice que el mal y Dios no son compatibles y como es evidente
que el mal existe solo hay tres posibles respuestas: Dios no es poderoso pues
no hace nada para terminar con el mal, Dios no es bueno por lo que el bienestar
de las personas no le importa y finalmente Dios no existe.
EL Mito del Sísifo
Esta obra la dividimos en cuatro partes.
En primer lugar (de la línea 1-8)
Camus impacta con su afirmación de que la única pregunta realmente importante
en la filosofía es el suicidio, preguntarnos si debemos o no terminar con todo.
Después (de la línea 9-13) describe
la rutina que las personas llevamos día a día hasta que el cansancio u otros
factores nos hacen preguntarnos el por qué hacemos lo que hacemos, a través de
la angustia renace el problema del sentido.
En este tercer fragmento (de la línea 14-21) desarrolla la búsqueda
del sentido, pues a partir de plantearnos la cuestión, la “activación” de la
conciencia debemos tomar la decisión de volver a la cadena y continuar con la
vida que llevamos como el Sísifo la figura griega a quien los dioses ordenaron
que rodara hacia arriba una roca en una montaña y que la viera caer de nuevo o
el despertar definitivo, suicidio o restablecimiento.
Por último (de la línea 22-25) Camus
nos dice que el tiempo nos lleva, es decir, vivimos en proyecto al futuro sin
darnos cuenta que lo único que existe en realidad es el presente, pues el
pasado es un recuerdo y los recuerdos no son una realidad que captemos al 100%
y el futuro no existe, existirá y puede
ser cambiado por diversos factores.
Su dramático anuncio en el cual
tenemos que considerar matarnos a nosotros mismos debido a que la vida puede no
tener sentido, tiene sus premisas en una idea previa en que la vida podría ser
en realidad buena en un significado dado por Dios, un concepto el cual nos sonaría
a muchos de nosotros hoy en día y aun así tenemos que tener en cuenta que en
los últimos 200 años. En el occidente, la sensación en la que la vida era
significativa fue un hecho dado y otorgado por una institución por encima de
cualquier otra: la iglesia cristiana.
Albert Camus acepta que nuestras
vidas son absurdas, que no hay un sentido predestinado para la vida, pero a
diferencia de algunos filósofos se resiste a la absoluta desesperanza “no me queda más remedio que luchar por el
bien aunque sé que no triunfara”, trata de velar siempre por la justicia y
el bien de los demás como un deber moral, sin esperar una recompensa o premio
por ello.
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